La insatisfacción con el tiempo de erección o disfunción eréctil es uno de los motivos que cada vez llevan a más hombres a la terapia sexológica. Se relaciona con el creciente cambio de roles de género de los hombres y de las mujeres y con los mensajes erróneos que se lanzan sobre la sexualidad en los medios de comunicación. La sexualidad va mucho más allá de la penetración y de los genitales y el tiempo medio del coito no es el principal factor de satisfacción en las relaciones sexuales.
No obstante, es cierto que los problemas de erección cada vez producen mayor preocupación en los varones. Aunque muchas personas piensan que el problema responde siempre a causas biológicas, la Asociación Española de Salud Sexual apunta a que al menos en un 20% de los casos está demostrada la relación con factores psicológicos. Estos pueden deberse a la depresión, la ansiedad y el estrés (en muchos casos también por factores psico-sociales, como no cumplir el rol de género asociado a la masculinidad, la pérdida del trabajo, responsabilidades laborales, no dar la talla, etc.), problemas de autoestima, problemas de pareja, miedos o traumas, creencias sexuales erróneas, etc.
En el caso de los factores orgánicos, responden a un deficiente riego sanguíneo o insuficiencia vascular. En muchos casos pueden guardar relación con la diabetes, el colesterol, alguna medicación o adicción (alcoholismo, tabaquismo) u otras enfermedades precipitantes.
Existen varios mitos relacionados con la disfunción eréctil. Uno de ellos es que solamente se produce en personas mayores. Es cierto que el riesgo se incrementa con la edad y existe una relación directa (aumenta un 40% a los 40 años y un 67% a los 70), pero ya existen casos desde los 25 años e incluso menos. Se calcula que en 2025 este problema sexual alcanzará a 321 millones de varones, frente a los 152 millones que lo sufrían en 1996. Por otro lado, la eyaculación precoz afecta o afectará al 30% de los hombres a lo largo de su vida y puede ser el primer síntoma de los problemas con la erección.
Existen avances innovadores como el uso de ondas de choque o la denominada embolización endovascular. Aunque las terapias con ondas de choque ya se realizaba, la novedad es que hasta ahora se efectuaban en ciclos aislados, consistiendo la nueva propuesta en 2 o 3 ciclos consecutivos. Se trata de ondas de baja frecuencia que optimizan la vascularización de los vasos sanguíneos, mejorando la circulación, de modo que hay mayor caudal sanguíneo y se logra hasta la erección.
Las ondas ya se aplican desde los ochenta para eliminar cálculos renales, pero en baja frecuencia su uso es indoloro y no requiere anestesia ni ingreso hospitalario, de modo que en ciclos de 5 sesiones su aplicación para la disfunción eréctil está resultando altamente efectiva.
La embolización endovascular es un método que consiste en el sellado de una fuga del sistema venoso de modo que permita mejorar la circulación sanguínea durante la erección. Si existe una causa vascular arterial, dilata a través de un catéter la estrechez de la arteria.
En cualquier caso, para el tratamiento de la disfunción eréctil, el personal médico recomienda primero realizarse estudios para descartar causas orgánicas y después acudir a profesionales de la psicología y sexología para trabajar posibles causas psicosociales. Es entonces, cuando no han funcionado otros medios, cuando se puede comenzar a recurrir a tratamientos farmacológicos u otras terapias.
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